Hay aquí tema de debate para años, y tenemos dos posturas claramente opuestas. Hay quien por definición sostiene que es totalmente incompatible que un coche deportivo sea diésel, tiene que ser gasolina, sí o sí. Pero sin embargo también hay quien sostiene que no tiene por qué ser así, y que si el motor y el coche es bueno, no importa tanto qué combustible le echemos. Ya se sabe que sobre gustos no hay nada escrito, y precisamente por eso hay colores, para que cada cual elija el que más le guste, con esto de los motores pasa algo parecido. La realidad es que, aunque no son tan habituales, se pueden encontrar deportivos diésel que no están nada mal, y que tienen su punto. Sonido y revoluciones Un coche deportivo suele ser, o debiera serlo, un coche que transmite sensaciones y emociones más intensas a quien lo conduce, más atrevido y radical en su diseño, más eficaz trazando cruvas y pegándose a la carretera, y sobre todo orientado por encima de otras cosas a ser muy rápido, por potencia, por tren de rodaje, por rigidez de bastidor, por aerodinámica, etcétera. Hay dos cualidades que suelen asociarse a un coche deportivo: por una parte el sonido del motor, que no debería ser igual que el de un modelo convencional, incluso con licencia para ser ruidoso y furioso, y las revoluciones que es capaz de alcanzar el motor, normalmente cuanto más alto gire mejor, cuestión esta que además está estrechamente relacionado con lo primero. No todas las personas encuentran esto tan relevante, si por revoluciones fuera… ¿por qué no va a ser incluso más deportivo aún un coche eléctrico cuyo motor puede subir de 10.000 vueltas? Ya sabéis, en el fondo esto de los coches deportivos, entre otras
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El podcast
Únete a Naomi Ellis mientras se adentra en las vidas extraordinarias que dieron forma a la historia. Su calidez y perspicacia convierten biografías complejas en historias identificables que inspiran y educan.
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