Hoy día no podemos obviar el impacto de las mecánicas Diesel por el enorme progreso que han experimentado en muy pocos años. De ser el motor Diesel sinónimo de torpeza, suciedad, ruido y demás inconvenientes han evolucionado hasta lo que son hoy. En muchos casos no solo empatan con los gasolina, hasta los superan. El primer paso de esta saga de motores, con inyección directa de gasóleo y turbocompresión, se da en otoño de 1989. Se presentó en el Salón de Frankfurt el Audi 100 2.5 TDI (o R5 TDI), con 120 CV de potencia y 265 Nm a 2.250 RPM. Desde entonces, Audi ha fabricado unos 7,5 millones de petroleros con las siglas TDI. Solo en nuestro país el año pasado el 90% de lo que Audi vendió es Diesel, dato que puede que haga algunos supurar bilis. A nivel mundial, hablamos de un 40% de cuota. Es un dato muy importante considerando que el primer mercado para Audi en volumen es China. De hecho, fueron pioneros ofreciendo Diesel en ese mercado (en marcas Premium), anti-Diesel por definición. En 1989 era impensable más de un motor Diesel por modelo, dominaba la gasolina. Hoy día no. No fueron los primeros, pero… Un poco antes, BMW presentó el 524td (E28), con 115 CV de potencia, aunque no tenía inyección directa, corría 1983. Fue en 1986 cuando el Fiat Croma equipó el primer turbodiésel con inyección directa en un turismo. El amanecer de los buenos Diesel se produjo en la década de los 80, tampoco olvidemos el mítico Mercedes 300SD Turbo Diesel (1978). Volviendo al Audi 100 2.5 TDI, podía alcanzar casi 200 km/h, que era una burrada para un petrolero en esos momentos. Homologaba un consumo de 5,7 l/100 km. En solo cinco años lo mejoraron
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