La Fórmula 1 es un mundo tan apasionante, tecnológicamente hablando, que a veces se vuelve imposible entender cómo dos respuestas totalmente diferentes, pueden arrojar un resultado a priori similar, pero es así, y la situación actual que atraviesa Sauber es un bonito ejemplo de esto que vengo diciendo.
Antes bien, hay que matizar que para que una plataforma resulte eficiente en F1, aerodinámicamente hablando, debe contar con un apartado mecánico, fundamentalmente propulsor, que respalde el propósito y permita que el monoplaza alcance los rangos óptimos de funcionamiento, pues en caso contrario, lo normal es que el vehículo en su conjunto, resulte un auténtico desastre.
Dicho esto, si ayer hablábamos de que Caterham había apostado por la rentabilidad de la unidad de potencia Renault para salvar la temporada [Fórmula 1. Caterham en el camino a la nada], en el caso de la escudería suiza que estamos tratando hoy, toca mencionar que lo elaborado del chasis C33 no se ve correspondido por las pobres prestaciones de la UP de Ferrari, de forma que ni Adrian Sutil ni Esteban Gutiérrez han sido capaces en las 10 carreras que han trancurrido, de extraer todas las prestaciones de sus respectivos coches.
Así las cosas, se podría decir sin temor a errar que Sauber ha fallado estrepitosamente en sus estimaciones para 2014, proponiendo un coche demasiado avanzado en aerodinámica para lo que da de sí el propulsor italiano y que quizás, con la potencia y rendimiento de una unidad de potencia Mercedes-Benz, estaría a día de hoy muy alejado de esa lucha totalmente anómala que la lleva a sobrevivir carrera tras carrera contra los Marussia y Caterham.
Pero en Fórmula 1 los resultados son los que mandan y en este sentido, la mitad inicial de la sesión 2014 no podía haber resultado peor para la de Hinwil.
A punto de llegar