Hablar de deportivos y diésel es un tema tabú donde los haya. Imaginar un motor diésel en una bella máquina que hasta hace poco te hacía vibrar sobre el asiento al son de seis u ocho cilindros y, obviamente, olor a gasolina, es poco menos que una mala pesadilla. Pero quizás sea el momento de acabar con nuestros prejuicios, de pensar que un buen deportivo de altos vuelos con motor de gasóleo podría ser algo más que una excusa para superar la crisis de los cuarenta. Dentro de nada habrá buenos deportivos diésel. Pero lo verdaderamente preocupante no es eso. Échate a temblar, porque te prometo que te van a gustar…
Por fin parecía que nos habíamos enterado de que el diésel no es más limpio que la gasolina, ni mucho más ahorrador que este último, especialmente en una nueva hornada de motores sobrealimentados y realmente austeros en sus consumos. Justo en este momento, en el que parecía que el combustible inicialmente utilizado en navíos, locomotoras y generación, estaba agotando sus posibilidades, irrumpe la sobrealimentación eléctrica, la razón por la cual muy pronto veremos máquinas diésel que a nivel de prestaciones y diversión estarán a la altura de sus homólogos con motores de seis y ocho cilindros.
Abróchense los cinturones…
Mira la galería completa de fotografías en Diariomotor
Los turbocompresores eléctricos, a corto plazo, no serán la revolución del diésel, pero sí la clave para una nueva generación de deportivos y vehículos de altas prestaciones de gasóleo.
No es que nos hayamos vuelto locos, ni tampoco que hayamos recibido una revelación divina, una profecía sobre lo que sucederá en unos años. Un servidor ha tenido la oportunidad de probar un diésel tan rápido y divertido que no descartaría verlo muy pronto en una bestia de la talla de un Audi R8. ¿Te imaginas un Audi