Con mucha pena, ha llegado el momento de despedirse del Jeep Grand Cherokee Overland con motor 3.0 V6 diésel de 250CV que nos ha acompañado esta semana. Hemos probado uno de los todoterrenos que mejor combinan las cualidades de un vehículo de alta gama con las capacidades offroad en aquellos momentos en los que toca salir del asfalto y comprobar sus posibilidades más allá de simples caminos de tierra. Ayer dijimos que “compromiso” es la palabra más apropiada para definir a este todoterreno.
A lo largo de la prueba hemos ido viendo las varias facetas de este coche. En la parte de diseño y habitabilidad pudimos comprobar lo llamativo de su aspecto, más en este acabado Overland con todas las partes de la carrocería pintadas. El color blanco de nuestra unidad le sentaba muy bien además. Desde luego el restyling recibido en 2013 le ha quitado algunos años de encima y ha conseguido que su estética sea todavía más apetecible. En el interior comprobamos que la realización es bastante buena, con algún pero, y que hay espacio de sobra para viajar cómodamente, pese a que el maletero se pueda considerar pequeño dado el tamaño del Grand Cherokee.
En la prueba dinámica pudimos constatar ese compromiso del que hemos hablado en varias ocasiones. El Grand Cherokee no es un coche dinámico, porque pesa 2.400 kilos, tiene una dirección muy desmultiplicada y las suspensiones neumáticas dejan balancear la carrocería. El motor de 250CV es voluntarioso y la caja de cambios de ocho relaciones tiene un buen funcionamiento. Además hay tres modos de conducción que modifican la respuesta del acelerador, del cambio e incluso de la suspensión, mejorando en modo Sport el paso por curva al endurecer la suspensión.
En cuanto a consumos quedó claro que estaríamos lejos de las cifras de homologación, pero el consumo