Mercedes lleva al Salón de París dos de sus últimas novedades. Por un lado, expone a todo un novato, el AMG GT, que viendo su planta y lo que esconde su piel, parece de sobra preparado para lo que le espera. A su lado, el C63 AMG, veteranía y tradición que continúa mejorando su apuesta y dejándonos, generación tras generación, la boca abierta.
Pues bien, ambos comparten la esencia AMG que no es otra que la del más alto rendimiento. La deportividad no es solo potencia para la división prestacional de la estrella, es mucho más. Pero, aunque también lleven el emblema de la casa de Stuttgart estampado en el frontal, tienen una personalidad totalmente diferente. Un hecho que no ha frenado a la compañía para equipar, al AMG GT y al C63 AMG, con el mismo corazón, el bloque V8 de 4.0 litros con doble turbo.
Por supuesto, esta mecánica, no actúa igualmente escondida en las entrañas del deportivo, que en las de la berlina radical. Primeramente, el Mercedes AMG GT diferencia dos versiones, cada una con una cifra total de potencia diferente. En el caso del GT, este motor de ocho cilindros en V desarrolla 460 caballos de potencia y 600 Nm de par, completando con estos números el 0-100 km/h en solo 4 segundos.
De la misma manera, el AMG GT-S utiliza el mismo motor pero, con una vuelta de tuerca más. Las prestaciones aumentan hasta llegar a los 510 CV y 650 Nm de par. Unos valores que predisponen al alemán a conseguir en la prueba de aceleración una marca de 3,8 segundos.
El Mercedes AMG GT se dirige a un cliente que solo busca adrenalina, mientras que el del Mercdes C63 AMG, busca algo más que quedarse pegado al asiento. Porque, de rabia, también sabe éste.
De la misma manera que ocurría con