Lo que ves en imágenes no es un BMW X5 ni un Toyota Land Cruiser (depende de si lo ves por detrás o por delante). Se trata de un Shuanghuan SCEO, una copia china que por casualidades de la vida llegó a comercializarse en Europa. Pero el tema a tratar no es su origen, sino su estado tras 100.000 km.
Muchas de las pruebas de durabilidad duran esos 100.000 km, una cifra justa para conocer el estado y deterioro de un coche. También la calidad. Precisamente en este apartado el coche chino no puede hace gala de estar a la altura de cualquier europeo. Y lo paga con la muerte en vídeo.
Un periodista y probador de AutoBild en Alemania compró uno de estos vehículos, más que nada por comprobar su durabilidad. Tras la prueba, el Shuanghuan SCEO, tras sólo 5 años de vida, parecía estar para subirlo a la grúa y tirarlo al desguace. El deterioro es sorprendente, y según nos cuenta la publicación, es completamente natural.
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A simple vista nada parece fuera de lo normal, pero cuando nos agachamos y vemos los bajos dan ganas de llorar. De llorar por la cantidad de óxido que probablemente haya caído en tus ojos, y es que sólo con ver el estado de los discos de freno, podemos hacernos una idea de la calidad. El interior, por su parte, parece guardar un buen aspecto. Pero claro, otra cosa es el ajuste de sus piezas tras su uso.
Nuestro protagonista, harto de su coche, y en una clara intención de demostrar que los coches chinos no merecen nuestro mercado (y en un alarde de calidad alemana también, dicho sea de paso), decido destruir su vehículo de forma lenta y cruel. Se lo toma literalmente como una venganza.
De este modo nos muestran en vídeo la muerte de