Hace unas semanas afirmábamos que la seguridad de los automóviles no volvería a ser la misma tras el grave asunto de las llamadas a revisión de General Motors en Estados Unidos. Ya no hablamos del golpe que provoca a la imagen de una marca el hecho de que un problema de seguridad haya causado fallecidos, ni de sus consecuencias económicas, que se endurecerán en los próximos años con multas de mayor cuantía. Hablamos de penas de prisión para los responsables, en un momento en el que algunos demandan ya incluso de cadena perpetua. Lo que no podíamos imaginarnos es que General Motors puede encontrar una herramienta realmente efectiva para la detección precoz de esos problemas, una herramienta que todos utilizamos a diario, la de las redes sociales, Twitter, Facebook, etcétera, la misma que muchos gobiernos y empresas ya utilizan para “predecir” el futuro, tratar de prevenir atentados o ataques cibernéticos.
Puede que todo esto te suene a ciencia ficción, lo cual resulta comprensible. Que la red social en la que tus amigos cuelgan en verano las fotos de sus piernas bronceándose al sol frente al mar, y vídeos de gatitos haciendo monerías, sirva para prevenir un atentado y para salvar vidas detectando de manera precoz un fallo en un automóvil, suena a poco menos que ciencia ficción. Sin más datos, esto tendría la misma credibilidad que la de aquellos que aseguran ver el futuro en los posos del café, o en una bola de cristal. Pero os aseguro que tiene su explicación.
El poder del Big Data: entre la ciencia experimental y el mito
Corporaciones y gobiernos ya trabajan con el Big Data, con miles millones de mensajes que a diario publicamos en internet y reflejan información de nuestras vidas.
Tomemos el ejemplo de Twitter. Hablamos de una red social que según sus últimas