Hemos convivido durante una semana y más de 1.500 con el Volkswagen Golf VII. Nuestra unidad de pruebas estaba equipada con una de las mecánicas más interesantes, como es el motor diésel 2.0 TDI de 150 caballos con caja de cambios DSG de doble embrague y seis velocidades. Tras repasar el diseño y la habitabilidad del compacto y haber comprobado su comportamiento dinámico, ha llegado la hora del veredicto, de concluir con esta prueba.
Durante sus 40 años de historia el Golf siempre ha sido un referente, hasta el punto de convertirse en el coche más vendido de Europa. Es evidente que siendo un líder no vamos a ser defraudados, y efectivamente, el Golf es un coche que cumple con muy buena nota en casi todos los aspectos, aunque no podemos negar que parte del éxito le viene por ser lo que es, un Golf.
La efectividad del modelo es intachable. El motor 2.0 TDI de 150 CV no solo gasta poco combustible, sino que tiene una muy entrega de potencia y hace del Golf un coche realmente ágil. Es el diésel más potente, antes de los 184 caballos del GTD, que tiene una orientación más deportiva. Además la caja de cambios DSG es una de las mejores del mercado, rápida y efectiva. Sinceramente, con cambios así uno no echa de menos una caja manual, porque aúnas una rapidez increíble con un confort mayor en el uso diario.
En aspectos como la calidad de marcha es un coche extraordinario, con un gran aplomo y una buena insonorización, además de ese comportamiento dinámico que siempre ha caracterizado a la gama Golf, incluso en versiones no deportivas como estas, pese a que nuestra unidad era el acabado Sport y tiene una suspensión más durita. El interior es de muy buena calidad y además amplio, con