Hostiable. Dícese del sujeto que despierta unas ganas irrefrenables de soltarle un sopapo al iniciarse el contacto, ya sea visual o auditivo. — Cronopio en Hipersónica Me llega la historia de Richard Price —el guionista no, otro— por un comentario que dejó Conradoat en aquel artículo sobre el rayo láser que mediría la separación lateral de seguridad al adelantar a los ciclistas. Entiendo que se te pasara por alto entre los más de doscientos que motivó el asunto, pero como soy tan friki me lo marqué en fosforito para tenerlo presente… y ahora tengo una pantalla de ordenador guarra. Es el precio que pago por ofrecerte una buena historia: la del MAMIL Richard. Un MAMIL no es más que un Middle Aged Man In Lycra, uséase: un hombre de mediana edad (ejem) vestido de Lycra, que es el tejido aquel que se usa para embutir personas como si fueran el sobrante del cocido del otro día pasado por la —un, dos, tres— picadora Moulinex. Y es lo que deberíamos evitar a toda costa cualquiera de nosotros cuando intentamos ennoblecer el arte del ciclismo. Si no lo hacemos por nuestra seguridad, que sea por el amor de quienes nos sufren a diario. De normal a MAMIL, por la crisis de los cuarenta Richard Price era un hombre normal, como tú y como yo. Pero hace cosa de cinco años a Richard le dio por salir con la bici a la calle. «Nada raro», dirás tú, y dirás bien. Lo peliagudo viene cuando analizamos las formas. Y para hacerlo, nada mejor que preguntarle a la mujer del que antes era un hombre normal y ahora es un MAMIL. Así lo explica la señora de Richard Price comparando el papel de los ciclistas de élite con… eso que hace (el
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El podcast
Únete a Naomi Ellis mientras se adentra en las vidas extraordinarias que dieron forma a la historia. Su calidez y perspicacia convierten biografías complejas en historias identificables que inspiran y educan.
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