BMW decidió, con la nueva generación del BMW Serie 3 Coupé, cambiar su denominación para, en cierto modo, dar paso a una buena suma de nuevas carrocerías. Así, pasó a llamarse BMW Serie 4, una berlina media coupé que durante generaciones ha sabido imponerse entre el público sin prácticamente hacer caso a la edad.
Se trata, sin embargo, de un coupé joven de espíritu, con un cierto toque deportivo que no compromete la comodidad propia de un vehículo de estas características. Nosotros esta semana ponemos a prueba el BMW 420d, seguramente una de las versiones más demandadas por su relación precio/prestaciones/consumo.
Más personalidad
Estarás de acuerdo conmigo que desde la generación pasada del Serie 3 Coupé, éste había tomado un camino estilístico más diferenciado de la berlina tradicional. El nuevo BMW Serie 4 ha aplicado la misma fórmula, pero ha ido otro paso más allá. Se trataba de iniciar una nueva historia con otro nombre y otra pose. Mide 4,64 m de largo,1,83 m de ancho y 1,36 m de alto (+2,6 cm de largo, +4,3 cm de ancho y -1,6 cm de alto que el Serie 3 Coupé).
Así BMW ha estilizado el morro, a primera vista más bajo y afilado, aunque siempre guardando las claves de diseño de la berlina. Da la impresión, desde cualquier ángulo, que es más bajo y ancho, y esa es una de sus características clave. El acabado Sport Line de nuestra versión imprime, además un carácter más deportivo con la terminación del paragolpes delantero, con detalles en negro brillante.
Pero atrás es donde mayores diferencias encontramos. Además de las dos grandes y alargadas puertas, llega un nuevo techo más bajo y con una caída más suave. Da paso a un tercer volumen bien definido pero perfectamente integrado. Y por el camino se deja unas caderas que, sin ser