No solo es la variedad estética que encontramos en el segmento C, lo que hace tan competitivo a este mercado del automóvil. La gama mecánica que ofertan cada uno de los miembros de este mundo compacto es igualmente, uno de los puntos destacados. Y es que, los motores que se esconden debajo de sus carrocerías, son capaces de regalarnos un buen rendimiento sin que eso nos obligue a pasarnos más veces de la cuenta por la gasolinera.
Entre tanto Golf, un buen puñado de Mégane, y no pocos León, se cuela el Skoda Spaceback, la alternativa hatchback de la casa checa para este segmento tan reñido. Tuve la oportunidad de probar a su hermano el Rapid cuando daba sus primeros coletazos y, lo cierto, es que me llevé un gran sabor de boca. ¿Ocurre lo mismo con éste? Arranquemos.
Genio modesto
Motor de cuatro cilindros, TDI, de 1.6 litros y 90 caballos de potencia. Éste es su corazón, conocido por prácticamente todos. Para darle más atractivo a la prueba, este Skoda Spaceback utiliza la transmisión automática DSG de 7 velocidades para gobernar la potencia de esta mecánica y sus 230 Nm de par. Con todo, el checo declara 4,5 l/100 km de consumo medio y emite 118 gr/km de CO2.
Con las presentaciones hechas, os cuento que se trata de la alternativa diésel más modesta de la gama. Y, ya te adelanto, que tiene la misma modestia que quien se compra un yate de 20 metros de eslora. Sus datos técnicos no despuntan, con 12,1 segundos en la prueba de aceleración, y 182 km/h de velocidad máxima. Aunque carácter, le sobra. Os sigo contando…
Sin miedo ni presiones
Su esencia de compacto le deja una responsabilidad, desde el momento de su nacimiento, más importante que la de Spiderman con su poder. Y es que, ser compacto, conlleva