Resulta inquietante pensar que John Deere y General Motors anden detrás de cambiar las leyes en Estados Unidos para mantener la propiedad de los vehículos que fabrican aunque los agricultores —o los conductores en general, si el ejemplo cunde— hayan adquirido sus productos. Todo, por la vía del software que cada día maneja más parámetros en el vehículo. Incorporando la observancia más extrema de las leyes de propiedad intelectual, ambos fabricantes parecen decididos a impedir que cualquiera de sus clientes pueda meter mano a su propio vehículo. Esto es lo que conocimos ayer por Xataka y que nos abre la puerta a varios interrogantes. El primero es si un fabricante puede hacer algo así. Le compras un coche pero el coche sigue siendo suyo, por la vía de la programación. El segundo es las implicaciones que puede tener algo así, como por ejemplo imposibilitar que cada cual pueda escuchar su propia música en el vehículo si no paga por ella. El tercero es si existe algo que se pueda hacer al respecto. No te confundas: te vendo el coche, pero no los derechos sobre los sistemas del coche En General Motors explican que los usuarios «confunden la propiedad de un vehículo con la propiedad del software subyacente en ese vehículo». Esa debe de ser también la percepción que existe en John Deere, donde esto de bloquear la electrónica de los tractores ha llevado a más de un quebradero de cabeza a los agricultores que hasta la fecha eran capaces de repararse el tractor y ahora simplemente no pueden. Pero de todos los sistemas que maneja hoy en día el software de gestión y compañía, las miradas se han ido a centrar en lo que el cliente de la marca escucha en su reproductor de contenidos. El temor
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Únete a Naomi Ellis mientras se adentra en las vidas extraordinarias que dieron forma a la historia. Su calidez y perspicacia convierten biografías complejas en historias identificables que inspiran y educan.
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