Cuán equivocado estarás si piensas que el único plan de Tesla Motors es desarrollar gadgets de cuatro ruedas, coches rodeados de un gran halo tecnológico, aprovechándose del interés generado en los yuppies californianos, y la financiación de la administración Obama para proyectos “ecológicos”. Ya sea por esa faceta de visionario que tantos adoran de Elon Musk, o incluso el narcisismo que otros quieren ver tras su imagen estereotipada del emprendedor de Silicon Valley, el objetivo de Tesla Motors va mucho más allá de revolucionar la industria del automóvil. Su objetivo pasa por transformar, por completo, el panorama energético.
Tesla Motors quiere alejarse del concepto de fabricante de automóviles para convertirse en la punta de la lanza de la innovación energética.
Y como toda revolución en ciernes, es probable que sus objetivos te parezcan utópicos. Y en cierta medida lo son. Tesla Motors, su fundador Elon Musk, y su proyecto Solar City, pretenden que el suministro de cualquier familia, y de cualquier negocio, pueda prescindir por completo del sistema que rige actualmente, cubrir las necesidades de sus clientes aliviando, por si no fuera poco, el consumo de combustibles fósiles y la emisión de gases contaminantes a nuestra atmósfera.
Dicho lo cual, pasaremos a analizar qué ha sucedido, qué va a suceder en los próximos días, y en los próximos años, para que nos atrevamos a afirmar, sin temor a equivocarnos, que Tesla Motors está alejándose cada vez más del concepto de fabricante de automóviles para convertirse en la punta de la lanza de la innovación energética.
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Tesla Motors demostró que, al menos bajo el concepto del sedán de lujo, el coche eléctrico podía sustituir a los coches con motores térmicos tradicionales.
Tesla Motors nació poco antes de la vorágine de los coches eléctricos en California, partiendo de un origen tan modesto