Me encanta recibir la noticia de que un nuevo modelo va a producirse en casa. Eso significa empleos, inversiones y prosperidad para el país en el que vivo. Pero tras cada adjudicación, a menudo hay otras facetas de negocio que me gustan mucho menos, tensiones con los sindicatos, sindicatos que no siempre defienden como deberían los intereses de sus trabajadores, fabricantes que tensan aún más esa cuerda (a veces incluso hasta que se rompe), gobernantes que financian el crecimiento industrial de esas marcas en nuestros países. Es por eso que no nos extraña, ni mucho menos, lo que adelantaba Bloomberg esta mañana: el Primer Ministro italiano Matteo Renzi habría prometido 100 millones de euros a Lamborghini a cambio de que los de Sant’Agata fabriquen el Lamborghini Urus, su primer SUV. Pero eso sí, siempre y cuando lo fabriquen en casa.
El proyecto del SUV de Lamborghini viene de lejos. En el pasado, Lamborghini llegó a producir un todoterreno, el Lamborghini LM002, bajo una concepción muy diferente a la que podría tener su próximo modelo.
La posibilidad de que Lamborghini fabricase un SUV de altos vuelos viene de lejos, mucho antes incluso de que se presentase en sociedad el Lamborghini Urus en 2012. Los SUV son la gallina de los huevos de oro – que se lo digan si no a Porsche. Y a día de hoy estoy convencido de que nadie se rasgaría las vestiduras por ver un Lamborghini por encima de los 1.7 metros de altura, en el que para acomodarte tengas que subir la pierna, en vez de agacharte y tirarte para yacer tumbado sobre un asiento de competición.
En Audi, propietaria de Lamborghini, seguro que esta noticia se vería con buenos ojos. Es el plan que tan bien le ha funcionado a Porsche y que tan bien le podría funcionar