Cuando Don Draper explicaba la locura de las llanuras de Bonneville diciendo que había coches increíbles con el aspecto de un avión, en ese histórico capítulo que supuso esta semana el final de Mad Men (tranquilos, no hay spoilers), estoy convencido de que se refería a esto. Hubo una época en la que Bonneville se convertiría en el centro de atención de los amantes de la velocidad, en la que aquellas inmensas llanuras, que en invierno se cubren con una fina capa de agua y en verano gozan de esa bucólica imagen desértica con el brillo de los depósitos de sal, serían protagonistas de numerosos récords de velocidad y del auge de los jet car, increíbles vehículos a reacción como el que ves más arriba, y que por cierto está a la venta.
El reactor de este Jet Car emplea el diseño de los antiguos misiles utilizados por los alemanes en la Segunda Guerra Mundial.
En Estados Unidos existen incluso preparadores especializados en crear máquinas de este tipo, como Maddox Jets. Máquinas cuya estética y aerodinámica está inspirada en la aviación, ligeras, pequeñas y alargadas, sin más objetivo que el de alcanzar velocidades espectaculares. Máquinas que pueden parecer muy complejas, pero que en realidad son bastante simples. Necesitas poco más que un chasis y un propulsor tan explosivo como los sistemas de reacción utilizados por los precursores de los misiles utilizados durante la Segunda Guerra Mundial.
Incluso el carenado de estos vehículos suele proceder a menudo de piezas de la carrocería y depósitos de combustible de antiguos aviones (Wired). Un alarde de nostalgia y reciclaje que sorprende aún siga preservándose en estos tiempos que corren, en estos años del usar y tirar.
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Su propietario cree que podría alcanzar los 270 km/h. El reactor funciona, pero no ha realizado ningún