Si hay un coche que aparecería junto a la definición de capaz en un nuestro particular diccionario automovilístico, ese coche sería el Nissan GT-R. Un auténtico matagigantes, devorador de récords y un auténtico tesoro a la hora de recibir aterradoras preparaciones, con más de 2.000 CV de potencia. Su fama no es inmerecida, pero parte de la leyenda se debe a su padre, el igualmente legendario Nissan Skyline GT-R R34. AutoExpress ha decidido enfrentar en circuito a dos generaciones de Godzilla. Una batalla familiar.
15 años de evolución tecnológica
El GT-R R34 tenía una potencia en banco superior a los 330 CV, aunque declarase 280 CV.
Los chicos de AutoExpress han enfrentado al Nissan GT-R 45th Anniversary Edition – con su mayor refinamiento interior y detalles elegantes exteriores – y sus 550 CV de potencia contra un Nissan Skyline GT-R R34, uno de los primeros ejemplares en llegar a Reino Unido, donde se vendió legalmente desde 1999. Equipado con un motor RB26DETT con dos turbocompresores, seis cilindros en línea y 2,6 litros de cilindrada, era capaz de desarrollar una moderada potencia de 280 CV. Una potencia limitada en Japón por normativas estatales, pero extraída de un bloque motor capaz de aguantar más de 600 CV sin modificación alguna.
Con un peso de sólo 1.540 kg, el GT-R R34 era capaz de humillar a casi cualquier superdeportivo en circuito, gracias a un chasis brillante, una tracción total permanente muy avanzada para la época y una deliciosa caja de cambios manual deportiva. Un coche que en palabras de Steve Sutcliffe – el probador de Auto Express – aún se siente moderno, no como una reliquia vetusta. Una máquina tremendamente divertida capaz aún de impresionar con su equilibrio y prestaciones. ¿Qué pasa con su hijo?
Si el Skyline GT-R era un prodigio de la mecánica y el equilibrio,