Ayer en la primera parte de esta comparativa estuvimos viendo las características generales de estos dos superdeportivos y sus puestos de conducción. Hoy llega el momento de centrarnos en lo más importante de las pruebas, las sensaciones. Y qué quieres que te diga, precisamente de eso no escasea el BMW i8 ni el Mercedes-Benz AMG GT S, sensaciones ofrecen a montones, a veces incluso a borbotones. Más de 300.000 euros juntos en una comparativa poco ortodoxa, para qué nos vamos a engañar. Arrancamos, espero que os guste. Vamos primero con el BMW i8 por aquello de seguir el orden alfabético, el híbrido de la comparativa, un modelo dispuesto a plantar guerra en el segmento de los superdeportivos con un concepto diferente y un motorcito de explosión que bien podría ser motivo de mofa entre sus compañeros de categoría. Pero cuenta con la ayuda de un propulsor eléctrico con bastante mala leche. En modo eléctrico (EV) se mueve con agilidad, pero no deja de ser un modo de conducción reservado a circular por zonas de acceso restringido porque su autonomía es escasa y las prestaciones no son dignas de su estética. Con los dos motores trabajando la cosa cambia pero no es tan fácil, tenemos que elegir entre el modo ECO PRO que apuesta por los mínimos consumos sacrificando climatización y prestaciones, el más equilibrado COMFORT o el SPORT, donde hasta cambia la visualización del cuadro de instrumentos. La verdad es que el modo ECO PRO sólo lo seleccioné para probarlo, pero en un coche como éste apetece obtener una respuesta tremenda cada vez que hundes el pie en el acelerador. La mayor parte de los kilómetros los hice en COMFORT (que ya hace trabajar prácticamente en todo momento
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El podcast
Únete a Naomi Ellis mientras se adentra en las vidas extraordinarias que dieron forma a la historia. Su calidez y perspicacia convierten biografías complejas en historias identificables que inspiran y educan.
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