Hace 25 años que arrancó la producción del Mercedes 500 E. Esta berlina deportiva era lo más dinámico que Mercedes ofrecía en el momento, sin tener en cuenta la versión E 60 AMG de los Mercedes W124, en los que se basaba. Lo peculiar de esta berlina deportiva era que su desarrollo y producción se llevó a cabo entre Sindelfingen y Zuffenhausen: la totalidad de unidades vendidas fueron fabricadas por Porsche en sus líneas de producción. Un interesante clásico moderno que hoy repasamos en su 25 aniversario.
La discreción nunca fue tan rápida
En 1993 recibió el tren de frenado de mayor calibre del Mercedes 600 SL.
Mercedes se propuso a finales de los 80 construir una de las berlinas más rápidas del momento, pero con la habitual discreción de la mejor época de Mercedes. Bajo su capó se podía encontrar un V8 atmosférico de cinco litros de cilindrada, un motor similar en cilindrada al V8 de los Mercedes 500 SL, pero construido con un cigüeñal común a una nueva familia de propulsores dotados de inyección electrónica de Mercedes. Este nuevo cigüeñal permitía que este propulsor otorgase al 500 E un centro de gravedad más bajo que el 500 SL.
Mediante la inyección electrónica Bosch LH-Jetronic y una cuidadosa puesta a punto, se consiguió que este V8 arrojase nada menos que 326 CV a 5.700 rpm en el año 1990. Asociado a una caja de cambios automática – también derivada del 500 SL, junto a su equipo de frenado – esta berlina era capaz de hacer el 0 a 100 km/h en sólo 6,1 segundos. Quizá no impresionen estas cifras actualmente, pero hablamos de una berlina estrenada cuando algunos de los aquí presentes aún estábamos tomando biberones y potitos.
Durante los últimos meses de producción, compartió línea con el Audi RS2 Avant, también fabricado