Los Citroën 2CV son pequeñas maravillas rodantes. Simples hasta más no poder, en su sencillez reside su gracia. Se dice que podían emplear plátanos en vez de aceite y algunos incluso los han transformado en motos. Millones de unidades fueron producidas, y en Reino Unido se celebra anualmente una carrera de resistencia de 24 horas en la que los protagonistas son los Citroën 2CV. Una competición que tiene lugar en el circuito galés de Anglesey, y que es posiblemente la carrera de resistencia más loca y divertida del mundo.
Todos los 2CV deben retener el motor de fábrica, no vale montarle motores de moto, por ejemplo.
Todos los coches han sido modificados, algunos de ellos de formas muy locas. Es posible ver algunas unidades con carrocerías diferentes a todo lo que esperábamos de un Citroën 2CV. Todos los participantes han rebajado sus suspensiones y algunos usan versiones modificadas del motor bóxer de dos cilindros refrigerado por aire. Pero todos los coches deben emplear dicho motor para garantizar una igualdad de condiciones. Resulta de lo más pintoresco ver competir entre sí a todos estos simpáticos utilitarios de otra época.
Aligerados, vaciados, dotados de bacquéts y barras antivuelco. Pero con un objetivo común: divertirse. Los equipos compiten entre sí, pero también se ayudan en caso de averías. Una colaboración que no verás en las 24 Horas de Le Mans, os lo aseguro. De noche las luces se encienden, y también las tiras de LEDs y los peculiares faros de los 2CV. Los pilotos suplentes y mecánicos – amigos y familiares, no profesionales – duermen en el box por la noche. Es mejor que veáis por vosotros mismos cómo funciona esta genial prueba automovilística.
En Diariomotor:
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