Llevamos desde hace días advirtiéndolo. El problema de Volkswagen es grave, muy grave. Pero aún lo es más que sigamos sin ninguna información oficial acerca de lo sucedido en Europa, y las medidas que se llevarán a cabo para solventarlo. Es esa incertidumbre la que da pábulo a interpretaciones poco comprensibles, como las del Ministerio de Industria de España. Y es esa incertidumbre la que ya está consiguiendo que se produzcan movimientos tan llamativos como la denuncia que ha presentado Audi contra su empresa matriz, Volkswagen AG (EFE). Un movimiento tan increíble como preocupante para el grupo automovilístico alemán, que recordemos ostenta el 99.55% de las acciones de Audi.
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Si el problema ya es de por sí grave, muy grave, la avalancha de acontecimientos que está viviendo la marca en los últimos días quizás no se hubiera precipitado de esta forma si la información ofrecida hubiera sido clara y precisa. Audi ya siente la presión de un caso que afecta a su marca muy de cerca, y más concretamente a los 2,1 millones de motores diésel trucados que habrían equipado sus modelos.
Evidentemente, un caso como este no ayuda a la lucha que Audi libra con sus compatriotas, con BMW y Mercedes-Benz. BMW lidera el top de ventas mundiales (por volumen), seguida por Mercedes-Benz, que este verano superaba a Audi, relegada a un tercer lugar.
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La respuesta de Audi, su intento por añadir aún más presión a Volkswagen y forzar una investigación honesta y abierta hacia la opinión pública, ha sido denunciar a Volkswagen. Un movimiento con el que Audi busca esa respuesta que desde la semana pasada esperamos de Volkswagen. Un movimiento con el que quieren presentarse como afectados, y no como culpables, en