Es preocupante que unos coches de la empresa de alquiler de coches con conductor Cabify sufrieran días atrás actos de vandalismo, que incluyen el incendio de un vehículo y el apedreamiento de otro, con el conductor dentro. Sucedió en Madrid, donde algunos taxistas quieren impedir de todas las formas imaginables que se rompa el monopolio del transporte de viajeros. Lo grave no es ya sólo que dos personas tuvieran que verse agredidas en su puesto de trabajo. Los autores de los hechos ya han sido identificados por la policía y será la Justicia la que decida cómo se saldan estos episodios. Lo grave de verdad es que estos hechos pueden reproducirse en cualquier momento. Y lo más grave todavía es que esto puede volver a pasar porque aún hay quien se resiste a comprender que el futuro de la movilidad difícilmente podrá gestionarse con monopolios, porque estos son un mero anacronismo. Cuando una persona, física o jurídica, apuesta por un determinado modelo de negocio, lo hace en función de unas expectativas de resultados. Y en función de esas expectativas, y de cuál sea su nivel de tolerancia al riesgo, invierte en mayor o menor medida. Durante años, el sector del taxi ha vivido un oasis que hizo a más de uno confundir las expectativas con la realidad futura. De ahí, que las licencias fueran pasto de la especulación, ante la inacción de la Administración más voraz. El negocio les devolvería a los taxistas, por arte de monopolio consentido, todo lo invertido y más allá. El problema está en que el escenario ha cambiado. Y seguirá cambiando. En Economía en general, y en el mundo de los negocios en particular, hay una máxima de oro: Nada es permanente, salvo el cambio. Por eso, confiar
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El podcast
Únete a Naomi Ellis mientras se adentra en las vidas extraordinarias que dieron forma a la historia. Su calidez y perspicacia convierten biografías complejas en historias identificables que inspiran y educan.
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