Todos hemos intentado averiguar alguna vez la razón por la que determinados fabricantes de automóviles lanzan un nuevo modelo con la misma nomenclatura que uno clásico. Si el moderno está a la altura de las circunstancias, no vemos el problema, pero cuando se utiliza un nombre «sagrado» para un modelo que tiene poco o nada que ver con el concepto original, no tiene lógica. Seguro que rápidamente os viene algún ejemplo a la mente de «pisoteo de nombre», porque los hay muy sonados. Eso sí, en lugar de empezar a dar palos a diestro y siniestro, vamos a intentar buscar también ejemplos de los que han hecho las cosas bien. Se puede revivir un modelo, por supuesto, pero al menos debe quedar la esencia del original, ¿no creéis? Es probable que en algunas ocasiones las marcas quieran aprovecharse del tirón de un nombre comercial para vender su nuevo producto. No engañan a nadie, porque un nombre no es más que eso, pero con esa decisión si que pueden dejar dolidos a los más puristas, que pondrán el grito en el cielo al ver resucitar algunos modelos de la peor manera posible. Cosas que duelen El que para nosotros es uno de los ejemplos más claros de «pisoteo» de nombre es el que llevó a cabo Lancia con su mítico Lancia Delta. Este compacto, fabricado desde 1980 y conocido por sus motores turbo, su bastidor, su tracción total y sus actuaciones en el mundial de rallies (seis mundiales de constructores consecutivos), es un icono que todos tenemos en la memoria. Ya con la segunda generación del Delta (denominado Nuevo Delta), en 1993, se dejó a un lado el concepto general del original, optando por un diseño de formas menos cuadradas, desechando la tracción
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Únete a Naomi Ellis mientras se adentra en las vidas extraordinarias que dieron forma a la historia. Su calidez y perspicacia convierten biografías complejas en historias identificables que inspiran y educan.
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