El término todoterreno está completamente prostituido. Llamamos todoterreno a cualquier coche de aspecto campero, independientemente de su construcción o su sistema de tracción ¡incluso a un 4×2!. Las auténticas aptitudes off-road van quedando en manos de modelos de alta gama, al alcance de pocos bolsillos, aunque entre los mejor denominados SUV, encontramos algunos coches que destacan. El Fiat Panda Cross que probamos hace meses es un clarísimo ejemplo de todoterreno económico y el Jeep Renegade Trailhawk de la prueba de esta semana hace suyo el espíritu del Wrangler y no se achanta ante excursiones fuera del asfalto.
Jeep es una marca especializada en SUVs y todoterrenos. Aunque no todos sus modelos están tan preparados para el campo como el Wrangler, todos tienen alguna variante más preparada para buscar aventuras, sin olvidarse de las versiones de tracción sencilla que tanto se demandan. Cubren lo que más se demanda, pero también ofrecen interesantes productos de nicho. En el caso del Jeep Renegade sucede así, quedando en lo más alto de la gama la variante Trailhawk con motor 2.0 diésel MultiJet de 170 CV, cambio automático de nueve velocidades y tracción total, entre otras mejoras.
Fachada de tipo duro
La primera impresión siempre viene acompañada de algún tipo de juicio. En el caso del Jeep Renegade, el primer contacto visual no deja indiferente a nadie, más aún si le añadimos el color naranja Omaha y el techo negro de nuestra unidad de pruebas. El Jeep Renegade plasma en un SUV la esencia más pura de la marca, esa sensación de coche robusto. lo consigue con una carrocería de formas muy cuadradas, especialmente en la zaga. No faltan detalles como la característica parrilla con siete franjas verticales o unos curiosos pilotos traseros cuadrados con una X para los intermitentes en el centro. Irradia personalidad y llama mucho