Este año se cumple el 40 aniversario del lanzamiento de uno de los grandes iconos de Ford, y más concretamente de su filial Ford Europe. El Ford Fiesta es uno de los mejores ejemplos de aquella oleada de productos de los años setenta, motivados por la racionalidad que se impuso con aquellas primeras crisis del petróleo. Henry Ford II abogó por un nuevo producto, espacioso, pero de dimensiones más contenidas que las del Escort. Un producto asequible, eficiente, y práctico, que se desarrollaría durante cuatro años desde que el mandamás de Ford aprobase este proyecto en septiembre de 1972. ¿Pero sabías que antes de que se optase por bautizarlo como Ford Fiesta se planteó que su nombre fuera el de Ford Bravo?
En la tormenta de ideas que buscaría el nombre más adecuado para el nuevo utilitario de Ford también se plantearon nombres como Sierra, que finalmente se utilizará para aquel vehículo de corte familiar de los años ochenta.
No solo eso, Ford trabajó con una larga lista de nombres hasta encontrar el más apropiado para el nuevo Ford Fiesta. En el periodo de desarrollo de lo que inicialmente se denominó como Proyecto Bobcat, Ford estudió nombres como Amigo, Metro, Bravo, Cherie, Pony, Tempo, Bolero y Sierra. El nombre que generaría un mayor consenso, y que contaría con todas las papeletas para bautizar al nuevo utilitario de Ford en Europa, sería el de Bravo. Pero finalmente fue el propio Henry Ford II el que optó por un nombre muy español, el de Ford Fiesta, quizás animado por el hecho de que el producto que requirió la mayor inversión de Ford hasta ese momento fuera fabricado en su nueva factoría en Valencia, en España.
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General Motors ya había registrado el nombre Fiesta, y lo había utilizado en su Oldsmobile