El Ford Mustang lleva ya un tiempo a la venta en Europa, pero en el Viejo Continente no estamos autorizados a disfrutar el espectacular Shelby GT350 construido sobre su base. Dicho rápidamente, es el coche que Europa no se atreve a producir, y un coche con el que EE.UU. gana la partida de forma demoledora en su segmento. Un jaque mate a la industria automovilística global. Europa tiene que ponerse las pilas rápidamente. ¿Por qué Estados Unidos ha ganado la partida con el Mustang Shelby GT350? Porque es un coche con espíritu.
Europa se ha pasado demasiado rápido a los turbos y los cambios automáticos. ¿Por qué tanta prisa?
Todos los coches tienen alma. Ese intangible generado por su comportamiento en marcha, por cómo nos hace sentirnos. Pero pocos coches tienen espíritu. Me vais a permitir la licencia poética, pero personalmente lo definiría como una personalidad propia, hasta el punto de llegar a modificar los sentimientos del conductor cuando se pone a sus mandos. ¿Por qué? Por varias razones que se podrían resumir en un V8 atmosférico capaz de girar a 8.500 rpm, una caja de cambios manual de seis relaciones y un tren de rodaje espectacular.
¿Sabéis cuantos deportivos con motor V8 atmosférico y cambio manual hay a la venta actualmente en el mercado? Dos. El Aston Martin V8 Vantage y el Morgan 4/4. Ambos cuestan más de 130.000 euros hoy por hoy y son productos de nicho puro y duro, cuyas ventas anuales se pueden contar con los dedos de una mano. El resto de ofertas prestacionales ignora por completo a los cambios manuales, y sólo los Audi RS5 y Lexus RC F conservan motores atmosféricos. Al Audi RS5 le quedan meses de vida comercial. ¿Qué está pasando?
¿Se nos ha olvidado usar el pie izquierdo acaso? ¿Qué hay de malo