Existen diferentes puntos de vista para analizar el éxito de la industria del automóvil en España. Porque efectivamente el automóvil, junto al turismo, es uno de los pocos sectores que más alegrías ha dado a la economía española. España es el octavo productor de coches del mundo, por volumen, y el segundo en Europa, solo superado por Alemania. Existen dos análisis especialmente certeros que explican la situación. El chovinista, que recuerda que el buen desarrollo industrial de nuestras fábricas ha llevado a España a esta posición. Y el análisis socioeconómico, el que apunta a un menor coste de la producción, simplificando mucho, por el coste de la mano de obra, para garantizar que la producción de un determinado coche sea más rentable. Y ambos análisis son igualmente válidos. ¿Pero cuál es el coste para los trabajadores de la adjudicación de un nuevo modelo a una fábrica española?
La competitividad y la flexibilidad de los trabajadores es crucial en estos tiempos, especialmente en un momento en el que la competencia es mayor, con fábricas en otros países que aspiran a producir nuevos modelos a un coste inferior.
Renault es históricamente una de las marcas más importantes para la industria del automóvil en España, y lleva siéndolo desde hace décadas. Hace unos días nos enterábamos de que a finales de marzo ha de adjudicarse la producción de un nuevo modelo, y la factoría de Valladolid aspira a encargarse de ello. De conseguirlo, supondría la entrada en funcionamiento del tercer Plan Industrial, y garantizaría el futuro de la fábrica para los próximos años. Es decir, es un proyecto importante.
La fábrica de Valladolid ha sido reconocida en numerosas ocasiones por su productividad y la calidad de la producción. Pero evidentemente también es importante un segundo factor, el de su competitividad y flexibilidad.
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