La filial europea Ford busca ser más competitiva. Entre 2012 y 2014 tuvo pérdidas millonarias y aunque en 2015 tuvo un margen de beneficios del 0,9%, entre los objetivos de la marca está alcanzar el 6% de rentabilidad en 2016 y el 8% más adelante. Para eso la firma planea llevar a cabo una serie de reestructuraciones que afectarán tanto a su gama de coches como a sus empleados.
Por una parte, Ford se centrará solo en sus modelos de mayor demanda, desechando aquellos coches que han pasado por el mercado sin pena ni gloria. Los SUV son la apuesta más fuerte de los del óvalo azul, mientras que no es difícil intuir que el B-Max será uno de los perjudicados por esta decisión. Ford seguirá buscando soluciones para planta rumana de Craiova en la que se fabrica el monovolumen.
Los SUV son una de las apuestas fuertes de la marca
Las primeras medidas efectivas tendrán forma de despidos. La marca pretende reducir su personal administrativo, para lo cual está ofreciendo incentivos a los trabajadores que quieran acogerse a esta medida de forma voluntaria. Se desconoce en cuantas personas pretenden reducir plantillas, pero estaríamos hablando de cientos de trabajadores a nivel europeo.
Otro de los puntos en los que se prevé recortar el gasto es en la producción, donde el objetivo es un ahorro del 7%. Buscarán una mayor eficiencia en la producción de coches con más automatismos que permitan ahorrar tiempo y operarios. En la logística Ford también ve una importante capacidad de mejora. Los trabajadores, en cierto modo, también se verán afectados por estas medidas, ya que la compañía se encuentra en conversaciones con distintos sindicatos. La externalización de servicios es otro ingrediente en el plan de Ford.
De cara a 2016 Ford también ha confirmado que no estará presente en uno de