Bose – sí, la misma empresa que fabrica sistemas de sonido – empleó una buena cantidad de dinero a mediados de la década pasada diseñando un revolucionario sistema de suspensión electromagnética. Esta suspensión jamás llegó a producirse en serie, pero prometía un nivel de confort y dinámica sin igual en la industria. En desarrollo desde 1980, nunca llegó a las calles debido a un coste y un peso demasiado altos. Sin embargo, el vídeo en el que se demuestra su funcionamiento nos hace soñar con un universo alternativo en el que hubiera triunfado.
El coche no se inclinaba un milímetro en curva, ni transmitía a los ocupantes el impacto de los baches.
El funcionamiento del sistema era en apariencia sencillo, pero de ejecución complicada. Varios sensores en cada rueda mantenían la carrocería a una altura constante en todo momento. Ante baches en el asfalto, cada amortiguador – realmente un motor electromagnético – extendía o retraía el conjunto de rueda y amortiguador, sin transmitir el impacto al habitáculo. Pensad en una especie de alfombra voladora. Esta suspensión incluso era capaz de dar pequeños saltos, aunque no era una función pensada para llegar al mercado.
¿No me creéis? Juzgad por vosotros mismos.
El problema fue que varios fabricantes – como General Motors y Daimler – llegaron a perfeccionar durante este tiempo las suspensiones neumáticas y las suspensiones magnéticas, hasta el punto de reducir su coste de forma considerable. No eran tan cómodas como la suspensión de Bose, pero eran más baratas y más ligeras. Sin el apoyo de un gran fabricante la idea languideció, quedándose en fase de prototipo. No obstante, se aplicó en asientos con suspensión para camión, muchos de los cuales emplean tecnología Bose.
Fuente: Jalopnik
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