Estos días conocía una historia que, para ser honestos, me llamó poderosamente la atención. Allá por 1910, Lars Magnus Ericsson, había logrado que la compañía que llevaba su apellido se convirtiera en uno de los proveedores de aparatos telefónicos más importantes de Europa. Ericsson, la misma que muy probablemente habrá creado algunos de los teléfonos móviles que has utilizado en las dos últimas décadas. Retirado de la empresa, se decía que Lars se dejaba ver habitualmente en un coche que, para sorpresa de propios y extraños, ¡tenía teléfono móvil!
Se dice que Lars Magnus Ericsson conducía su coche en 1910 con un teléfono incorporado, que conectaba al tendido telefónico en cualquier momento usando dos palos telescópicos, parecidos a una caña de pescar.
Más allá de los entresijos técnicos que debía resolver un sistema de este tipo hace 106 años, lo sorprendente es que Lars ya hubiera creado una asociación directa entre el medio de transporte privado que revolucionaría la movilidad en el mundo, y un sistema de comunicación que lograría transformar nuestras vidas al final del siglo XX.
La historia cuenta que Lars y su esposa Hilda llevaban un teléfono a bordo, y que cuando querían realizar una llamada, detenían el coche junto a una línea de teléfono, conectaban los cables utilizando dos largos palos telescópicos, parecidos a una caña de pescar, y se “enchufaban” a la línea para establecer la llamada. Aquella anécdota ha sido mencionada en muchos libros y artículos, hasta el punto en que pocos habían puesto su veracidad en duda. Pero lo cierto es que la técnica que se le atribuye a Lars Magnus Ericsson era empleada habitualmente en la época por aquellos que trabajaban en las compañías telefónicas, incluido el sucesor al mando de la empresa de Lars.
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