La historia de Bugatti ha sido ciertamente turbulenta. La marca llegó a quebrar en varias ocasiones, interrumpiéndose su producción durante décadas desde su fundación en el lejano 1909. El periodo en el que nos centramos son los ya lejanos años 90, durante los cuales Bugatti produjo el fantástico – a la par que incomprendido – EB110, sin éxito comercial. Durante su periodo de propiedad italiana, la producción se llevó a cabo en unas enormes instalaciones, hoy abandonadas y en plena decadencia. ¿Quieres conocerlas?
El Grupo Volkswagen adquirió los restos de Bugatti en 1998, llevando su producción a Molsheim, Francia.
Sucedió en 1987. Tras tres décadas de inactividad tras su quiebra en 1956, el empresario italiano Romano Artioli adquirió los derechos comerciales y el logotipo de Bugatti, planteándose el relanzamiento de la marca por todo lo alto. En 1991 se presentaba el Bugatti EB110, un espectacular superdeportivo de motor central, cuyo motor V12 de 3,5 litros estaba sobrealimentado por cuatro turbocompresores hasta los 560 CV. Asociado a un sistema de tracción total permanente, en su momento fue el coche más rápido del mundo.
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Hemos analizado su historia al completo en un especial de Altas Prestaciones, por lo que os recomiendo que os paséis por dicho artículo. Sólo 139 unidades fueron producidas, hasta que en 1995 la nueva Bugatti quebró. Una mala planificación financiera, y unas ventas inferiores a las previstas terminaron con el sueño industrial de Artioli, llevándose consigo al primer superdeportivo de producción con un monocasco de firma de carbono. Las enormes instalaciones creadas por Artioli en Campogalliano quedaron completamente abandonadas.
Desde 1995 la fábrica de Campogalliano ha permanecido inactiva, silenciosa y en lenta decadencia.
Estas instalaciones eran punteras en la época. Disponían de una cámara climática, un autoclave para fibra de carbono y una línea de producción