Al Audi A4 Avant 2.0 TDI le ha sentado de maravilla la dieta. Te lo contamos en esta prueba a fondo

Hace ya algunos meses que está a la venta el nuevo Audi A4, en sus versiones berlina y Avant. Tal vez no te hayas dado cuenta de la llegada de esta cuarta generación, algo lógico porque estéticamente la evolución es tan sutíl que es complicado apreciar que estás ante un coche nuevo. Nos demos cuenta o no, realmente se trata de un modelo completamente nuevo, una nueva generación de uno de los modelos estrella de la marca de los cuatro aros. Por eso lo hemos probado en su versión Avant 2.0 TDI de 150 CV y te contamos qué nos ha parecido. Como decíamos al comienzo de esta prueba, estéticamente la evolución del Audi A4 Avant es casi imperceptibles a pesar de que hay cambios en casi todas las piezas que lo componen. En el frontal destacan las ópticas, que ahora adoptan una forma algo más angulosa en la parte inferior. Este será el estilo de las luces de los próximos Audi, o al menos eso creíamos hasta la llegada del Q2. También la parilla singleframe gana peso en el conjunto, gracias a unas proporciones mayores y a los ángulos más marcados en los extremos. Con todo ello, es complicado diferenciarlo de su antecesor. Pero veamos si ocurre lo mismo en el resto del conjunto. Estéticamente los cambios respecto al anterior A4 Avant pueden pasar desapercibidos, pero dinámicamente estamos ante un claro antes y después La unidad de pruebas venía equipada con el acabado Sport y el paquete S-Line, de ahí los faldones más marcados, las taloneras laterales o las llantas específicas, que en este caso son de 19 pulgadas y son opcionales más allá del paquete S-Line. Estas se basan en el diseño de las del aspiracional RS4, y de hecho llevan

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