En el Gran Premio de Rusia el equipo Red Bull ha dado un paso más allá en la lucha por conseguir una Fórmula 1 más segura. Los austriacos han montado en el coche de Daniel Ricciardo una semicúpula que evitaría que en un posible accidente la cabeza del piloto sufriese daños. Es un proyecto más de los que hay sobre la mesa, pero el primero en probarse en sesión oficial.
La Fórmula 1 es más segura que en el pasado pero aún le queda una asignatura pendiente. Los últimos incidentes graves en los que ha habido que lamentar víctimas han sido por golpes en la cabeza. Ha llegado un momento en el que un casco no es suficiente para proteger vidas y en el que hay que tomar cartas en el asunto.
El debate acerca de la necesidad de cerrar los cockpit ha sido un tema recurrente en los últimos años. La forma en la que llevarlo a cabo sin poner en riesgo otras cuestiones de seguridad, como la rápida extracción de los pilotos en caso de accidente grave o la imposibilidad de que éstos salgan por su propio pie, han frenado los diversos proyectos que se han presentado a lo largo de los años.
El fatal golpe de Jules Bianchi en el Gran Premio de Japón de 2014 supuso un punto de inflexión en la historia. El casco del piloto francés colisionaba a gran velocidad con una grúa que retiraba otro coche en una escapatoria, haciendo temer lo peor. Tras meses en el hospital, la familia comunicaba la fatal noticia.
Años antes, la familia del mundo del motor ya había tenido que lamentar la pérdida de María de Villota. La piloto española se golpeó también en la cabeza con la rampa de un camión a medio