Cuando una marca lanza un prototipo, en función del tipo de modelo que sea, a veces se toma la libertad de modificar ciertos elementos a los que estamos muy acostumbrados. Uno de esos elementos son los retrovisores exteriores. La modificación y supresión de los mimos en un concept car no es algo nuevo, sino que se lleva haciendo desde hace muchos años. Sin embargo, la evolución de la tecnología en el sector del automóvil está haciendo que la desaparición de estos elementos se produzca a pasos agigantados.
Los coches sin espejos retrovisores están en fase de desarrollo entre los fabricantes de coches de Japón. De hecho, Japón ya ha aprobado el uso de retrovisores digitales. Debemos recordar que varios fabricantes de componentes tienen muy avanzadas la tecnología que usarán estos nuevos retrovisores y que el próximo año, un fabricante japonés, cuyo nombre no ha sido desvelado aún, pondrá a la venta el primer vehículo sin retrovisores al uso.
Sin embargo, y a pesar de las ventajas que tendría la sustitución de los tradicionales retrovisores exteriores, por cámaras, existen una serie de problemas que aún no han sido solucionados del todo. Algunos de estos problemas estarían relacionados con la seguridad, ya que aunque las cámaras emplearían lentes de gran angular, podrían perder nitidez, tener reflejos u otras anomalías que pudieras impedir una correcta visión.
Otro de los problemas asociados sería el de la producción en masa. Fabricar un coche sin retrovisores significa combinar cámaras externas y monitores, ampliar la red eléctrica del coche (con la consecuente necesidad de alimentación) con la complejidad técnica que ello supone. Por tanto, la fabricación de vehículos con esta tecnología podría encarecerse, ya que desarrollar un sistema que permita garantizar unas condiciones seguras de conducción, con sistemas secundarios para cubrir una urgencia, encarecería el desarrollo de los vehículos.
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