Recuerdo perfectamente el día en el que Toyota nos presentó, de manera conceptual, al Toyota C-HR y entonces imaginábamos, impacientes, a una Toyota batiéndose con Nissan en el terreno de los B-SUV, enfrentándose al Nissan Juke, al Peugeot 2008, al Jeep Renegade… hasta que en pleno Salón de París de 2014, donde debutó, Lance Scott, al frente de su diseño, nos mencionaba que tras este concept se escondía un modelo del segmento C, una vuelta de tuerca al segmento del Nissan Qashqai, del Peugeot 3008, del SEAT Ateca… desde una perspectiva muy diferente, algo que te contamos en el artículo “Charlamos con Lance Scott, responsable del diseño del Toyota C-HR“. Ahora ha llegado el momento de la verdad, de que el C-HR de el salto a las calles, de enfrentarse a clientes, a las cifras de ventas, de posar bajo los focos de un concesionario en lugar de los focos de un salón del automóvil… y reconozco que tenía ya muchas ganas de ver comprobar en primera mano que esconde este SUV.
Una perspectiva más pasional en un segmento donde hasta ahora no había casi alternativas de este corte:
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¿Por qué comprar un Toyota C-HR en lugar de un Nissan Qashqai, en lugar de un Renault Kadjar o cualquiera de las otras alternativas antes mencionadas? ¿De verdad puede llegar a convertirse en un superventas con ese diseño tan arriesgado, renunciando a su vocación más práctica? ¿Qué tal se portará la mecánica del Toyota Prius bajo la piel de un SUV?
Todas estas preguntas me rondan la cabeza minutos antes de que David me escriba para advertirme de que me espera escaleras abajo para cederme el testigo, para pasarme las llaves del Toyota C-HR.
Guau. Lo