De todos es sabido que la conducción perfecta no existe. Esto es tan cierto como que todos los conductores creen que ellos conducen bien y que son los demás los que conducen mal. Todos los conductores tenemos manías o vicios al volante que en ocasiones pueden llevarnos a situaciones peligrosas que, sin necesidad de terminar en accidente, sí pueden hacernos pasar un mal trago.
Con esto no quiero decir que la falta de perfección en la conducción sea censurable ni mucho menos, pero sí es cierto que los conductores debemos aprender a reconocer estos pequeños vicios que todos tenemos al volante y, en la medida de lo posible, erradicarlos. La importancia de conducir bien es clave para nuestra integridad y para nuestros bolsillos, porque si bien las manías que cada uno tenemos al volante no son sancionables sí podemos llegar a cometer alguna falta por la que quizás nos puedan multar.
A través de este artículo quiero ir contando todas aquellas acciones cotidianas que todos cometemos y que deberíamos ir eliminando de nuestra rutina.
Dentro del coche
Un primer punto muy importante que no podemos dejar pasar al hablar de las manías es el uso del cinturón de seguridad. Sé que teoría la conocemos todos, pero considero que es un poco vergonzoso que en España aún haya usuarios a los que les cueste ponerse el cinturón, tanto por el “despiste” que supone la falta del hábito en su uso como la negación sistemática a usarlo, sobre todo en los asientos traseros.
Cierto es que en los asientos delanteros sí se suelen usar gracias a los avisadores acústicos que equipan la gran mayoría de los vehículos que circulan por nuestras carreteras pero es justo reconocer que a día de hoy aún cuesta que muchos usuarios se abrochen el cinturón de seguridad en el asiento trasero, algo