Es sorprendente como Ford ha conseguido perfeccionar un producto tan redondo como el Ford Fiesta ST “normal” que probamos hace tres años. El actual Fiesta está a punto de finalizar su vida comercial y lo hace a lo grande, con una serie limitada capaz de poner los pelos de punta a cualquier apasionado del motor. Son pequeños retoques aparentemente poco importantes por separado: un poco de potencia extra por aqui, una suspensión retocada por allá…, pero el cóctel de todos los cambios insuflan un excitante chute de deportividad al ya de por sí interesante Fiesta ST. Por eso este Ford Fiesta me ha parecido… el definitivo.
Estética conocida
Exteriormente, salvo por la pintura exclusiva Storm Grey y las llantas pintadas en negro mate con decoración plata, no hay apenas diferencia con el Fiesta ST normal. Únicamente el logo ST200 del portón declara que estamos ante una serie limitada.
En el interior, afortunadamente la marca ha mantenido todo lo bueno del coche, destacando unos magníficos asientos Recaro que ayudan a fundirnos con el coche en los tramos de curvas, a la vez que filtran lo suficiente para mantener el confort en los viajes largos. Al igual que en el exterior, solo un par de logos “ST200” y algunas decoraciones extra respecto al modelo base nos recuerdan que no se trata de un ST “normal”.
Debido a que la carrocería y el habitáculo es prácticamente idéntico al ST que ya no conocemos (puedes leer aqui la prueba del Ford Fiesta ST), me permito el lujo de pasar directamente a la acción. Una vez que el coche arranca, se acabaron las igualdades…
Este coche sienta como un guante
Adaptarse al puesto de conducción-pilotaje del coche lleva pocos segundos. La posición es excelente: desde el apoyo firme para el pie izquierdo hasta la disposición de los pedales de aluminio cepillado,