El Grupo Volkswagen AG está viviendo uno de los momentos más raros y duros que recordamos en décadas. El Dieselgate ha empañado el trabajo que llevaba haciendo el conglomerado alemán durante años. Su llegada al número uno mundial está en entredicho, pues esta situación todavía podría acarrearle algún que otro problema en ciertos países. Además, está la situación económica pues, por amañar las emisiones de sus motores diésel, tendrán que pagar grandes cantidades de dinero en multas, indemnizaciones y otros menesteres.
Si todo esto no fuera poco, hace unas semanas Ferdinand Piëch (nieto de Porsche y uno de los accionistas mayoritarios de Volkswagen AG) anunció que vendería su paquete accionarial en la compañía. Esta noticia deriva directamente del escándalo de las emisiones y ha traído consigo otra novedad que cambiará el curso del grupo alemán pues tiene mucho que ver con quién manejará el futuro del mismo.
Mezclar familia y negocios es cuanto menos complicado, pero en Volkswagen ha funcionado bien hasta el Dieselgate. Por ello, tras la salida de Piëch de su accionariado ha salido a la palestra Wolfgang Porsche (primo de Ferdinand) para hacer las siguientes declaraciones. Según Porsche a partir de ahora ningún miembro de la familia podrá optar a sentarse en un puesto de dirección ni en Volkswagen AG como grupo ni en ninguna de las filiales que posee el consorcio.
Con esta decisión salomónica se quiere poner freno a los problemas en el seno del grupo. Éstos tienen su base en lazos familiares, pues las dos facciones mayoritarias que componen la junta directiva están enfrentadas desde hace años y ello podría perjudicar el devenir del consorcio alemán. Máxime cuando las acciones de Ferdinand han acabado en manos de su hermano menor, Hans Michel, y no en poder de un tercero que podría haber aliviado la presión interna.
La razón