Corría el año 1996 y yo estrenaba carné de conducir y un precioso Lancia Kappa de color blanco. De forma casi simultánea, un vecino “estrenaba” un Mercedes W124 importado de Alemania con 125.000km, con un libro de mantenimiento en el que la última revisión sellada era con casi 200.000 kilómetros y una pegatina en la puerta del conductor que indicaba que la próxima revisión debía hacerse con 240.000 kilómetros, lo que me planteaba serias dudas sobre el kilometraje real del coche ¿Se podía decir que este vehículo tenía el cuentakilómetros trucado? Pues todo dependía de si eras el flamante dueño o el vecino cabrón…
De siempre se ha oído que hay especialistas en afeitar kilómetros aunque todos los profesionales del vehículo de ocasión lo negarán hasta la muerte. Incluso en los últimos años, no sé por qué, se ha extendido la leyenda urbana de que a los cuadros de mandos electrónicos no se les puede quitar kilómetros. No sólo sé que se puede; además lo he visto hacer.
¿Por qué un cuentakilómetros trucado?
La respuesta no se puede ser más sencilla: para aumentar tanto la visibilidad de un vehículo de ocasión como para aumentar su precio en el mercado.
Lo normal cuando alguien quiere un coche se segunda mano es que busque lo que siempre se llamó “un chollo”, entendiéndose como tal un vehículo que reúna las 3 “B” (bueno, bonito y barato) y que a poder ser tenga pocos kilómetros. Además gracias a los portales electrónicos y a sus múltiples filtros se pueden delimitar las búsquedas en virtud a la combinación de varios parámetros de forma simultánea.
Como sería de esperar, si alguien está buscando un coche se segunda mano y se encuentra entre dos candidatos aparentemente iguales pero con uno con el doble de kilómetros que el otro, lo lógico es que muestre