El Forester es el único todoterreno puro y duro que Subaru comercializa en España en la actualidad. Desde principios de pasado año, se comercializa con una serie de mejoras que afectan al aspecto de la carrocería, interior, equipamiento y bastidor. Está disponible en los concesionarios desde 26.900 euros (ver todos los precios).
Respecto a la versión lanzada en 2013, la que es objeto de esta prueba ofrece ligerísimos cambios en la parrilla, en los paragolpes delanteros y en los faros. Estos renovados grupos ópticos, ahora incorporan un sistema de iluminación adaptativo de tecnología LED que ilumina de maravilla y que permite que podamos circular de noche con mayor confort y seguridad. Son muy recomendables.
El interior destaca por ofrecer unos materiales de buen aspecto y ensamblaje cuidado. Por tanto, encontramos un habitáculo que, aunque tiene el característico diseño sobrio de la marca, está muy bien realizado y brinda una gran sensación de solidez.
Todos los mandos están muy bien agrupados, se manejan con rapidez y sencillez. Además, todos los botones resultan precisos al accionarlos. En menor medida nos ha gustado la pantalla táctil del salpicadero que, aunque cuenta con menús bastante sencillos, es algo lenta a la hora de procesar la información. En positivo, nos encantaron los mandos giratorios del sistema de climatización -con muy buen criterio, Subaru es una de esas marcas que no ha caído en el error de digitalizar todos los mandos para ofrecer, como ocurre en otros fabricantes, un interior de estilo futurista, pero nada práctico.
Los asientos son otro de los puntos a mejorar. Bien es cierto que ofrecen un tapizado de piel y un mullido muy agradable, sin embargo, apenas sujetan el cuerpo y no son nada ergonómicos; son muy planos y, además, la banqueta resulta corta y estrecha. Por espacio, el Forester es un coche muy satisfactorio