Por desgracia, este artículo está basado en hechos reales. Aunque sea un firme defensores de los clásicos de propulsión, con motores de alto cubicaje y cambio manual, mi coche de diario es un viejo Citroën Xsara con casi 20 años a sus espaldas. Es el coche que se sacrifica para que el clásico mimado pueda dormir tranquilo y recibir todos las atenciones que merece. Es un coche “de batalla”, pero me esmero en tenerlo siempre a punto, limpio y en orden de marcha. Cuando un desconsiderado golpea tu coche, lo daña y se va sin dejar una nota, pierdo un poco más la fe en este mundo. ¿Tan difícil es dejar una nota con tus datos personales?
Por desgracia, esta es una historia basada en hechos muy reales.
Os describo la situación: volvía de la presentación del Hyundai Ioniq eléctrico y llegaba a mi ciudad tarde, hacia las 9 y media de la noche. Sin nada en la nevera, decidí hacer una incursión de última hora en un supermercado. Por desgracia, llovía y el parking estaba atestado. Busqué un hueco, y pegué el coche lo más posible a la columna, en busca de protección. Normalmente trato de aparcar el coche lejos de otros vehículos, pero en esta ocasión no tuve alternativa que dejarlo rodeado de otros vehículos. Al salir del supermercado, encontré la parte lateral trasera de mi coche magullada, y la escena del crimen, desierta.
No sólo el paso de rueda estaba parcialmente hundido, sino que la pintura estaba completamente saltada, con restos de pintura azul del otro vehículo. El paragolpes, del color de la carrocería, sufrió una fuerte rascadura: aunque no se dobló ni descolgó, de nuevo su pintura había saltado, con restos del “criminal azul” en ella. En mi chapista de confianza, la broma asciende a 200 euros. Además