El peligro es sin duda uno de los factores fundamentales que dan forma a la gran leyenda que es Nürburgring, como su enorme recorrido, sus desniveles, las históricas carreras que allí han transcurrido, el verde paraje en el que se ubica y esa guerra de tiempos que se ha encargado de encumbrar aún más su leyenda. Pero centrémonos en esta ocasión en su peligro, en lo cerca que están sus muros, en esos desniveles que antes mencionábamos, en los diferentes niveles (de pilotaje y de monturas) de los pilotos y aficionados que se adentran en sus entrañas en las vueltas para turistas… ahora imagínatelo a lomos de un moto deportiva, tirándote en cada curva con la rodilla fuera, intentando recordar cual es la próxima curva mientras estas agazapado tras una pequeña cúpula, topándote con conductores que no miran por el retrovisor…
Expuesto en una moto a 170 km/h, en Nürburgring y lidiando con el toque de un coche…
Nuestro protagonista ha tenido uno de esos momentos mágicos en los que la suerte, la destreza y la entereza se unen para salir ileso de lo que a priori podría haber sido un fatal accidente. Circulaba a 105 mph, unos 170 km/h, cuando al ir a adelantar a un coche, un SEAT León, que estaba fuera de traza, cediéndole el paso a otro, un Porsche Cayman, este se le echa encima y le golpea…
A continuación podríamos imaginarnos a la BMW S1000RR de nuestro protagonista, la moto más deportiva de BMW (salvo limitadas excepciones), saliendo disparada rumbo a los quitamiedos pero no, el piloto consigue mantener el control y aunque se sale del asfalto tiene esa mezcla que antes mencionábamos, la fortuna, la habilidad, el nervio suficiente, como para, primero, evitar caerse y segundo continuar con su vuelta.
Si Nürburgring es peligroso en