Hace ya décadas que Volkswagen comenzó a vender sus fantásticos motores VR6 de seis cilindros. Fue a principios de los años 90, y animaron a coches ya icónicos, desde los Volkswagen Passat R36 a los Volkswagen Corrado VR6, pasando por futuros clásicos como los Volkswagen Golf R32. Este motor de seis cilindros es considerado un motor en V estrecha, en el que los bancos de cilindros están escalonados sólamente 15 grados – un V6 puede tener hasta 90 grados entre bancadas. Pero los motores VR6 tienen los días contados, y ni siquiera se venden ya en el mercado europeo. ¿Por qué no han logrado prosperar?
El primer motor VR6 tenía 2,8 litros, dos válvulas por cilindro, y desarrollaba la friolera de 174 CV. Corría el año 1991.
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Los motores VR6 son motores que tratan de combinar el tamaño y packaging de un cuatro cilindros, con la potencia, suavidad y par máximo de un seis cilindros. Son motores diseñados para ser montados de forma transversal bajo el capó, y por su arquitectura, sólo requerían una culata y una tapa de balancines. Mediante un doble árbol de levas se podía controlar perfectamente el tren de válvulas. Eran motores más sencillos y de fabricación más asequible que un V6: un V6 requería dos culatas, dos tapas de balancines y su correspondiente distribución por bancada, con un total de cuatro árboles de levas si hablamos de un DOHC.
Aunque nacieron con 2,8 litros y 174 CV, pronto aumentaron de potencia hasta los 190 CV, en versiones de 2,9 litros de cubicaje. Años más tarde, en 1999, volviendo a los 2,8 litros de cilindrada original y equipando una culata de 24 válvulas, lograron alcanzar los 204 CV. Este VR6 incluso fue montado en los SEAT León Cupra de primera generación. El motor