Dicen que Galicia es tierra de meigas. En los tiempos que corren, sin embargo, creer en ellas no es algo tan habitual, aunque en esta tierra tan mágica y enigmática todavía resuena el ‘habelas hailas’ por muchos rincones.
La Costa da Morte es uno de esos lugares que todavía conservan intacto su halo místico, quizás por el irresistible influjo de los naufragios y ese aroma de misterio y peligro que destilan sus infinitos acantilados, quizás por la belleza arrebatadora de un paisaje mágico que hoy en Motorpasión vamos a recorrer con vosotros, ahora que la llegada del verano nos ha devuelto nuestra vena más rutera.
De Muros a Malpica de Bergantiños
Enclavada en la zona más al noroeste de la Península Ibérica, la Costa da Morte se encuentra en su totalidad en la provincia de A Coruña, donde la tierra se encuentra a un Océano Atlántico que rompe con fuerza y luce en todo su esplendor. Propiamente dicha, la Costa da Morte comienza en Arteixo y termina en Fisterra y su península, aunque nosotros nos iremos un poco más al sur para no perdernos nada de un paraje mágico y singular.
Manteniendo ese aura mística de una Galicia acogedora, la Costa da Morte ofrece una ruta por carreteras secundarias de vértigo, pero que sin despegarse de un mar omnipresente harán las delicias de cualquier amante del volante
Se trata de la misma región que media España conoció durante los negros días del Prestige, pero que nos ofrece innumerables entrantes y salientes, cabos y faros, playas vírgenes, olas, pueblos marineros, noches oscuras y un silencio bañado por el mar que debería encontrarse en el vademécum de medicina por su poder para sanar el alma. Todo ello junto al final del Camino de Santiago, así mismo fin también de la tierra conocida por los romanos.
Sin duda una