Las prestaciones se han convertido en un arma de doble filo para los fabricantes automovilísticos. Por un lado mantienen viva la guerra entre firmas para saber qué coche es supuestamente el más rápido, el más potente… sin embargo en un momento donde se pelea por cada dato, se ha puesto de moda una práctica que busca conseguir un efecto placebo en clientes y probadores, lo que nos lleva a la conclusión de que nos guste o no los fabricantes nos mienten deliberadamente.
¿Prestaciones infravaloradas? Una medida más habitual de lo que cabría esperar
Quizás no sea el primer caso que llega a tus oídos y especialmente si nos centramos en el mundo del automóvil deportivo. Determinado coche o motor consigue mejorar sus cifras de prestaciones o valores de rendimiento en pruebas independientes. Y no se habla de uno o dos caballos o unas pocas centésimas de segundo, se habla de decenas de caballos de potencia e incluso varias décimas de segundo en el 0-100 Km/h.
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En más de una ocasión he preguntado a ingenieros de varios fabricantes el por qué de esta práctica y siempre la respuesta ha sido ambigua y de carácter extraoficial. Se habla de homologaciones estándar, de diferentes configuraciones para cada mapa de trabajo, de características que se modifican según gasolina, aire, temperatura, etc. Pero nunca nadie había confirmado hasta hoy lo que parecía ser la verdad tras esta práctica tan habitual, que no es otra que la idea de esconderse un as en la manga.
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