Un día 25 de julio de 1992 dieron comienzo los Juegos Olímpicos de Barcelona’92, tal vez uno de los acontencimientos más importantes de la historia reciente de España. En la Ciudad Condal se dieron cita más de 12.000 atletas que pelearon por representar a sus países y logar medallas en las distintas discipinas.
Pero tal vez muchos no sepan que antes de la llegada del fuego olímpico al pebetero del estadio olímpico, un SEAT Toledo eléctrico específicamente desarrollado para la ocasión acompañó a los atletas que lo portaron e incluso hizo el recorrido de la prueba de maratón días más tarde.
Cuando estaban planificando el papel que debía jugar SEAT, el coche oficial de aquella edición de los Juegos Olímpicos, la organización pidió a SEAT el desarrollo de un coche eléctrico que acompañase a los atletas en su camino hasta el Estadio Olímpico y durante los 42 kilómetros de la prueba de maratón.
SEAT entonces se embarcó en el desarrollo del que podríamos considerar su primer coche eléctrico. Se trataba de un SEAT Toledo de primera generación, pintado de color blanco y con el logotipo de los aros olímpicos en la carrocería.
Este coche llevaba algunas modificaciones importantes respecto a un Toledo de serie. Hablamos de un equipo de baterías que permitían mover el motor eléctrico a costa de un sobrepeso de 500 kilos respecto al modelo de serie.
Hoy en día estamos acostumbrados a que los coches eléctricos modernos ofrezcan autonomías superiores a los 200, 300 e incluso 400 kilómetros, pero por aquel entonces el desarrollo de la tecnología eléctrica era prácticamente nula en el sector del automóvil, de ahí que solo pudiese hacer 65 kilómetros antes de ser recargado.
Además llevaba un cargador de corriente oculto detrás de la rejilla frontal, con lo que las diferencias respecto al