Los resaltos, junto a los parquímetros y las restricciones al tráfico por episodios de alta contaminación, están muy probablemente entre los elementos que más irritan a los conductores. Hay resaltos de todos los tipos y tamaños, bandas estrechas que cruzan la carretera, que si las pasas a gran velocidad, o con un coche de suspensiones duras, harán que un doloroso latigazo recorra tu cuerpo. Hay resaltos tan altos que son abrillantados a diario por los coches que rozan en ellos con sus bajos. El fin de los resaltos es el de disuadir al conductor de circular rápido, de ahí que también sean conocidos como reductores de velocidad, y son análogos a los pasos de peatones elevados, que quizás sean los que más abunden en las carreteras españolas. Reino Unido se ha propuesto acabar con ellos, pero no por la misma razón que tú eliminarías los resaltos de las calles de tu barrio. ¿Por qué quiere acabar Reino Unido con los resaltos?
Los resaltos acarrean multitud de problemas, el más evidente, el de acabar con el confort de los conductores y sus pasajeros. Los resaltos además siempre son incómodos, independientemente de que pases más rápido, o despacio, sobre ellos. Los resaltos generan, a la larga, daños y un estrés innecesario en algunos componentes de tu coche, como ya os contábamos en este artículo, siendo causantes incluso de algunas posibles averías en neumáticos y amortiguadores. Los resaltos también incomodan a aquellos que no conducen, a peatones y pasajeros, porque aumentan el ruido generado por los vehículos.
Pero ahora Reino Unido quiere eliminar los resaltos con otro objetivo, el de reducir la contaminación en sus ciudades. ¿Pero por qué incrementan la contaminación los resaltos?
Reino Unido eliminará los resaltos, y no porque irriten a los conductores,
sino porque contribuyen a aumentar las emisiones del tráfico rodado
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