Unos días atrás os contábamos nuestra aventura probando la gama S de Audi en el Circuito de Navarra y por diferentes carreteras de montaña en los alrededores de Pamplona. En este evento pudimos recorrer varias decenas de kilómetros al volante del Audi S5 Cabrio por carreteras de doble sentido, por puertos y también unos cuantos kilómetros por autovía; kilómetros que nos sirvieron para sacar conclusiones sobre el comportamiento del nuevo descapotable de Audi.
La segunda generación del Audi A5 era presentada en 2016, aunque no fue hasta la primera parte de 2017 cuando llegara al mercado con el Audi S5 en sus tres carrocerías: Coupé, Sportback y Cabrio. La más atractiva, sin duda, es la carrocería descapotable; aunque si hacemos caso a la lógica debemos decantarnos por la versión Sportback, pues su practicidad es mucho mayor. En cualquier caso, este Audi S5 Cabrio es un “caprichito” recomendable si te sobran cerca de 90.000 euros. Descapotamos y arrancamos.
Capota de lona y la elegancia habitual
El relevo generacional del Audi A5 no ha supuesto un cambio brutal en su estética. Sigue siendo fácilmente reconocible como el hermano coupé del A4 y, si los responsables de la marca lo han decidido así, es porque el modelo anterior funcionó bastante bien durante todos los años que estuvo a la venta. ¿Para qué cambiarlo si así vende bien? Sí cambia en sus dimensiones exteriores, que ahora son de 4.692 mm de longitud, 1.846 de anchura y 1.382 de altura, además de una distancia entre ejes de 2.765 mm.
Por su parte, el Audi S5 Cabrio incorpora los aditivos habituales de la gama S como, por ejemplo, la parrilla singleframe con dobles lamas, las carcasas de los retrovisores exteriores acabadas en aluminio cepillado o las cuatro salidas de escape en el difusor posterior. Audi no quiere dotar, a sus