Muchas personas dicen de nuestro trabajo que es una auténtica suerte. No podemos negar que dedicarnos a lo que más nos gusta, a nuestra pasión, sea una penitencia; pero no es oro todo lo que reluce, como en todos los trabajos. Parece ser que a los trabajadores de Ferrari les ocurre algo similar. Venga, ¿a cuántos de los aquí presentes no les gustaría ser un empleado de Ferrari? Como todos los trabajos, también tienen sus cosas “menos buenas”.
Según hemos podido saber, los empleados de la marca del “cavallino rampante” no pueden adquirir los productos de su propia empresa a estreno. “¿Por qué?”, te preguntarás. Al parecer, según las declaraciones del jefe de marketing de la empresa, Enrico Galliera, los trabajadores de Ferrari no pueden comprar un modelo a estreno por el simple hecho de cuidar más y mejor a sus clientes. ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? Más de lo que piensas.
Normalmente, el cliente que busca un Ferrari a estreno es una persona que ya posee, o que en el futuro poseerá, más vehículos de la compañía italiana. La política de estas empresas es cuidar al máximo a sus clientes y facilitarles y agilizar todo lo posible la entrega de su flamante vehículo. ¿Sigues sin entender la relación entre los nuevos clientes y que un trabajador no pueda comprar uno de sus coches?
Enrico Galliera defiende esta política diciendo que, al tratarse de productos tan exclusivos y limitados, si un empleado compra un Ferrari puede retrasar la entrega de un cliente externo; algo que no gusta en la firma italiana. Además, no contamos ninguna novedad cuando afirmamos que Ferrari produce menos unidades de las que el público demanda. Podrían producir más coches, pero vender más unidades sería reducir su exclusividad y ese caché del que tanto presume la