“Lo que está en juego es, ni más ni menos, que la credibilidad de toda la industria automotriz alemana”. Así ha descrito la ministra de Economía alemana, Brigitte Zypries, la posible existencia de un cártel. La Comisión Europea está investigando las acusaciones a Volkswagen, Audi, Porsche, BMW y Daimler de haber mantenido reuniones secretas durante décadas para burlar las leyes de la competencia.
La existencia del cártel fue conocida en 2016, cuando Volkswagen admitió el escándalo y poco después haría lo mismo Daimler. Volkswagen por su parte ha optado por el silencio, alegando que la cooperación con los rivales es una práctica común en la industria, mientras que BMW ha suspendido las conversaciones con Daimler sobre futuros proyectos de cooperación.
¿Qué sabemos?
Lo que sabemos hasta ahora es que estos gigantes podrían haber colaborado desde hace décadas para fijar los precios de los sistemas de tratamiento de emisiones de dióxido de carbono utilizando comités de la industria.
Además, podrían haber discutido su elección de proveedores y el precio de los componentes, y desde 2006 haber negociado el costo de AdBlue, un sistema de tratamiento de emisiones de gases de escape para motores diésel. Entre los detalles estaría el dimensionamiento de los tanques para el tratamiento de las emisiones de diésel de fluidos, acordando usar unos depósitos más pequeños según el diario alemán Der Spiegel.
Las sanciones pueden ascender a 200.000 millones de euros en el caso de Volkswagen y 150.000 millones en el caso de Daimler.
Según Der Spiegel, las conversaciones sobre los tanques de Adblue podrían haber sentado las bases para el Dieselgate, aunque todavía no se ha especificado en qué medida.
La dimensión del asunto afecta a 60 comités de la industria formados por unos 200 empleados que discutieron el desarrollo de vehículos, frenos, motores de gasolina y diésel, embragues y transmisiones, así como